Julia Fons; la reina del Eslava
Nos encontramos a últimos del siglo XIX en la bruñida ciudad de Sevilla. En la alegre calle de Trajano una niña de cinco años observa, enamorada, entre las flores del enrejado balcón de su morada aquel desfile de brillos, telas, lujo y fastuosidad que se
concentran en el Teatro Cervantes. Aquella criatura inquieta se imagina, en esos placenteros momentos, formando parte de esa lluvia de estrellas que transita por la puerta trasera del edificio. Deslumbrada ante la sugestiva miscelánea de aquel universo paralelo, de ese Edén terrenal en donde parecen ahogarse las desdichas mundanas, se le incuba, en aquellos días, la tenia de la fama, el deseo de convertirse en una lumbrera que completara el enorme firmamento de artistas patrios. Se llamaba Julia, Julia Fons de Checa.
Sus chispeantes ojos habían visto la luz sevillana por primera vez un caluroso 27 de agosto de 1882. Nació en una acomodada familia afincada en la "Perla del Betis" como el último vástago del director de la Escuela Normal de la capital andaluza, don Simón Fons y Gil; natural de Orihuela, y su esposa doña Joaquina de Checa y Delicado; nacida en Badajoz (hermana del pintor Felipe Checa). Al ser la pequeña de cinco hermanos; un chico llamado Rogelio y cuatro chicas, Herminia, Elena, Elvira, y la misma Julia, rápidamente se convierte en la muñeca de la casa. Su carácter inquieto, travieso pero dulce a una misma vez hacen que sea fácil consentirla. Desde su más tierna edad muestra una mente ágil, suficiente inteligencia que la inclina a interesarse por la literatura y todo lo que sea artístico. No era nada extraño toparse con aquella Julita disfrazada con las ropas de su madre imitando a las grandes figuras que observaba orbitar por el Cervantes. La niña quería ser artista.
Calle de Trajano |
Por esas ironías de la vida, no es Julia el principal talento de la casa. Es la poderosa voz de una de sus hermanas, Elena, la que tiene embelesados a los profesores de canto de la ciudad. Esta adolescente rellenita, de un temperamento sereno tan opuesto al de Julita estaba tan dotada para la ópera, que es becada para estudiar en el Real Conservatorio de Madrid. Sus padres estaban predispuestos para ayudar a impulsar la prometedora carrera de la joven, con lo que la madre parte rumbo a la capital acompañada de sus hijos. Era el año de 1890, Julia aún no había cumplido los ocho.
El traslado a la villa y corte es un comienzo duro. Don Simón se ve obligado por sus responsabilidades a quedarse solo en la capital hispalense. Para los padres es una gran oportunidad no solo para Elena; todos sus hijos conseguirán medrar más rápidamente aquí que en Sevilla. Julia continuó siendo una niña aplicada en los estudios, pizpireta, graciosa. Era simpática, aunque no era forzada. El encanto en ella brotaba como el aroma de las higueras; suavemente penetrante sin llegar al empalago. Aún no había abandonado sus anhelos de seguir una carrera en la música al igual que Elena. Aunque su voz era de poca potencia, poseía un tono armónico, dulce y agradable al oído.
Elena Fons |
Al pasar a la adolescencia, se deja ver con asiduidad acompañando a su hermana al teatro donde esta desempeña sus funciones operísticas; en esta época es una de las mejores intérpretes de Carmen de Bizet. Le es inevitable sentirse pequeñisima ante Elena, ella está viviendo el sueño que ambas comparten. Pero a su vez Julia destaca entre todos por su belleza. Físicamente se estaba transformando en una mujercita guapa, de redondeado rostro nacarado, enmarcado por una poblada cabellera de rizos negros, mientras sus ojos eran rientes orbes oscuros perfilados por encantadoras hileras de largas pestañas. Sin ser delgada su figura es estilizada, elegante, de movimiento rápido y coqueto. Su armonía general suavizaba defectos como su nariz, que aunque recta le proporcionaba un prominente perfil. En estos años ya se trasluce el gran poder de seducción que la caracterizará en el apogeo de su existencia. En el ambiente intelectual de teatros y tertulias ha dejado no pocos admiradores.
Maestro Goula |
Decidida a incursionar en el teatro se une a la Sociedad Jovellar para realizar actuaciones amateurs. Son tres funciones las que realizan en el Variedades de Madrid a comienzos de 1896. Pero esto es insuficiente, quiere debutar como cantante. Gracias a su hermana, la familia mantiene encuentros con los mejores maestros musicales del país. La avispada Julia se gana el afecto de Joan Goula, con la finalidad de que este le pruebe la voz para saber si vale o no como cantante. Joan la cita amablemente en su casa de la cuesta de Santo Domingo a la mañana próxima. Una vez allí a Julita le invade el nerviosismo en el momento de ponerse ante el piano para entonar un par de notas. El maestro rápidamente dictamina que su voz es de tiple ligera, con lo que debería enfocar su carrera a la zarzuela, la opereta o el cuplé. El género chico, vamos.
En aquellos años este género -conocido también como ínfimo- no se consideraba nada adecuado para una joven de buena posición. Si se contempla la vida artística para estas chicas era en todo caso como cantantes o actrices serias. Las letras que entonaban estas artistas "menores" destilaban un doble sentido muy picantón acompañado de poses sugerentes, lo que por esa época se denominaba sicalipsis. En aquel tiempo este tipo de cosas eran consideradas seudopornograficas. Goula intenta disuadir a la joven de aquel deseo. Era más bonita que su hermana, no tardaría en pescar un marido con buena fortuna para vivir despreocupada, sin pensar en trabajar.
El maestro no conocía bien a la Fons, si algo la caracterizaba era esa gran independencia con la que guiaba su vida desde pequeña. Quería ganarse la vida por ella misma, su mayor tesoro era su libertad, no estaba dispuesta a renunciar a semejante riqueza para ser "señora de tal". El espectaculo era su meta y nadie la podia parar. Sus padres que eran personas de tendencias liberales no vacilaron en su apoyo a su niña rebelde.
Nuevamente haciendo uso de sus buenas relaciones, en este caso con la esposa del maestro Jimenez, le suplica que la recomiende a su marido para debutar como meritoria en su obra más reciente, el sainete Los Borrachos -compuesta en colaboración con los hermanos Alvarez Quintero-. Esta pieza había alcanzado un clamoroso éxito en el Teatro de la Zarzuela. Sin duda era un excelente bautismo en este medio.
No han transcurrido ni tres días de esta conversación cuando es el mismo maestro quien se presenta apuradisimo en su casa. Conchita Segura, la tiple que interpretaba al personaje del "Mijitas" ha caído enferma. La obra lo estaba petando con lo que es imposible pensar en suspender, necesitan una sustituta en menos de dos meses, que mejor candidata que Julia.
Sin tiempo para pensarlo mucho, Julita se pone en manos de don Julián Romea, para que le inculque el papel en tiempo récord. Aprende rápido, además su gracia natural surte gran efecto en su desempeño actoral y vocal. Su debut se produce el 22 de octubre de 1899 en el Teatro de la Zarzuela. Ahí está la pequeña de los Fons abriéndose camino en el mundo de las variedades. La prensa es unánime en calificar a la debutante como una carismática cantante, bien entonada con una dicción perfecta.
Aunque su sueldo en la Zarzuela fue bastante exiguo -cincuenta duros al mes-, la recompensa a su triunfo no tardaría en llegar. Se cruza en su vida el actor Patricio León, el cual había quedado prendado de su gracia y viveza. Le ofrece ingresar en su compañía a cambio de un salario más digno, categoría de primera tiple y colocar su nombre en grandes letras en los carteles; acepta sin vacilación. Encantada, viaja a su tierra natal para estrenar, el 5 de enero de 1900 la misma obra en el Duque, donde cosecha las mismas buenas criticas y elogios a su arte, desparpajo y belleza.
La joven tiple afronta su primera travesía en alta mar acompañada de su vigilante madre. Tras más de treinta días de mareos, náuseas y vómitos aderezados de súplicas a dios y al diablo desembarcan el 10 de mayo de 1901. Enseguida, Julia contagia con su fresca calidez al público bonaerense. En agosto se traslada a Uruguay, donde actúa en el Politeama de Montevideo, donde tendrá la oportunidad de compartir cartel con una desconocida y jovencísima Lola Membrives, que más adelante se transformaría en una respetada actriz. Pasará una temporada recorriendo varios países del sur de América, cosechando experiencia y fama.
Regresa a España con las manos cargadas de buenas críticas, estas experiencias la están formando como una artista con peso e entidad definida. En 1903 ingresa en la prestigiosa compañía de Casimiro Ortas, convirtiéndose a partir de entonces en la perla del teatro Eslava. A partir de este momento los grandes letristas se la rifan, todos quieren que estrene sus canciones. Su estilo es único, populariza cuplés como "la regadera" o "la gatita blanca" donde su sugerente elegancia es toda una chuchería para los sentidos de los que la ven actuar. Sus movimientos sutilmente felinos la envuelve de un bello manto de misteriosa picardía que le hace parecer inalcanzable, sin morder clava los dientes. Mientras canta se recoge suavemente la falda para mostrar sus pantorrillas. Las cuales son una auténtica obra de arte, tiene unas piernas perfectamente moldeadas. No tardaron en bautizar a la joven como las piernas de Madrid.
Se sabía hermosa, joven y con éxito. Era momento de dejarse consentir por la legión de ricos admiradores que la asediaban en su camerino. Julia era una mujer culta, leía todo lo que caía en sus manos, de vez en cuando se entretenía escribiendo relatos con una prosa suelta y desenfadada. Por ese motivo le encantaba verse rodeada de hombres inteligentes, sus encuentros nocturnos eran auténticos debates culturales. En su gira por Valencia conocería al primer hombre que le hablaría de amor. Era un señor con más dinero que obligaciones, se llamaba Antonio Enriquez.
Julia no esta enamorada, pero si que se deja maravillar por las atenciones de aquel señor. Es un tipo educadisimo, que la colma de caprichos, le consiente todo cuanto desea. Por otro lado está agotada del control de su madre, con lo que este romance es la oportunidad perfecta para zafarse de su vigilancia. Ni corta ni perezosa decide fugarse con Antonio a Barcelona. En la ciudad condal vive unos días de pasión novelesca hasta que es reclamada por el juez, a instancias de su madre. Lejos de apearse del burro perpetua una segunda fuga, esta vez Marsella será la ciudad escogida como escenario de su odisea romántica. Al final no les quedó otra a su familia que aceptar la situación y perdonar a Julia.
De regreso a Valencia, la Fons vivió una temporada como una auténtica reina rodeada de lujos y ociosidad. En aquellos tiempos se empezaba a desarrollar la industria aeronáutica en nuestro país y como era una apasionada de las novedades quiso sorprender al mundo siendo la primera artista española en volar en globo. El enamorado Enriquez no tardó en satisfacer esa extravagancia. En la madrugada del 11 de julio de 1907 media población se arremolinaba
en una explanada que había en el camino hondo del
Grao, al lado de los gasómetros, para contemplar
un magnífico globo, el Duque de Albuquerque, en
el que la cupletista iba a recibir su bautismo en el aire. Ahora sí que podía decir sin faltar a la verdad que realmente había alcanzado la cima de la popularidad.
Ese mismo año se publicaba su libro "Lo que yo pienso" donde abordaba temas como el divorcio o la emancipación femenina en tono ameno, culto pero a la vez comprometido. Fue pionera al hablar abiertamente de la reencarnación, del sufragio femenino, o del nudismo. Estaba claro que era una adelantada a su época. Después de esta incursión en el mundo literario pasa a colaborar como articulista en las más conocidas revistas del mundo artístico. Pero esta independencia pronto pasaría factura a su relación de pareja.
Regresa a la capital algo apenada por la ruptura, en el fondo sabe que ha jugado con los sentimientos de aquel caballero. En Madrid la tildan de devora fortunas, de vampiresa. Inteligentemente explota al máximo la leyenda de mujer fatal con el estreno de la corte del Faraón de 1910. Es su mejor trabajo, el que termina de apuntalar su carrera al máximo nivel. Es en esta época cuando se instala en la calle Atocha en un bonito piso decorado con gusto. Compra un coche propio en cual se deja lucir con gallardía por las principales arterias de la ciudad castiza. El carro de la bella dama no pasa desapercibido a nadie, pues el cochero luce una librea de un peculiar tono barquillo. Aun siendo republicana declarada se deja ver en compañía de nobles y aristócratas. Según la comidilla popular fue por algún tiempo amante de Alfonso XIII, con quien se la había visto recorrer las calles montada en su propio vehículo.
Por aquellos años se plantea la creación de la liga antipornografica para acabar con estas damiselas perturbadoras. Esto al contrario de su propósito suscita más morbo entre los espectadores que se afanan aún más por verla. Queriéndolo o no, acaban por generar la mejor campaña de publicidad para Julia. Su prestigio como mujer fatal incrementa al involucrarse sentimentalmente con el torero Rafael "el Gallo", marido de su compañera de profesión Pastora Imperio.
Por aquellos años se plantea la creación de la liga antipornografica para acabar con estas damiselas perturbadoras. Esto al contrario de su propósito suscita más morbo entre los espectadores que se afanan aún más por verla. Queriéndolo o no, acaban por generar la mejor campaña de publicidad para Julia. Su prestigio como mujer fatal incrementa al involucrarse sentimentalmente con el torero Rafael "el Gallo", marido de su compañera de profesión Pastora Imperio.
Armando de la Riva |
Tras el incidente, pasa a Argentina. Durante este segundo viaje al país sudamericano, se enamoró de un importante político con quien convivió durante tres años, con la Primera Guerra Mundial como telón de fondo.
Tras su regreso a España, se sucedieron aventuras sin importancia con un diplomático norteamericano, un noble y un político español. Pero como ella decía eran amores como la lluvia de tormenta veraniega, que ni siquiera moja la tierra.
Su retiro definitivo se produce en Barcelona con la obra "las castigadoras". Tiene cuarenta y cinco años, es su momento para despedirse con dignidad. Tiene dinero de sobra para vivir holgadamente. Al poco tiempo de retirarse decide disfrutar de la vida instalándose en París. En esta moderna urbe se encuentra a sus anchas, saboreando el cosmopolitismo que la permea. Permanece allí hasta el año anterior a la proclamación de la Segunda República. La cual acoge con verdadero entusiasmo patriótico. Por fin tiene ante su vista una España adelantada que evoluciona acorde a los tiempos modernos.
Concede entrevistas cargadas de comicidad. En ellas habla sin tapujos de sus gustos estéticos, del deporte. Fue precursora del deporte femenino, del cuidado del cuerpo. Aficionada al ciclismo y a la lucha greco romana desde su juventud se afana en acudir a cada evento deportivo de la capital. También se declara defensora de los animales, experta cocinera y perseguidora de la igualdad de sexos. Siempre va acompañada de pequeños perros de lanoso cabello a disfrutar de verbenas y saraos. En 1935 dicta sus memorias a la revista "la Estampa".
Vive la Guerra Civil desde Francia, a donde a huido para refugiarse con su hermana Elena y su familia. Una vez fallecida ésta, regresa a la España gris de la posguerra. Su sobrino Ramón tiene un alto puesto en el gobierno (jefe superior de Administración civil del ministerio de trabajo), lo que en cierta manera le ayuda a la hora de poder llevar una vida serena. Sus últimos años transcurren discretamente, vive semi recluida en su piso de Atocha rodeada de sus recuerdos. Únicamente sale de su encierro para visitar parientes y viejos amigos.
Aún no habían cesado los alegres cánticos navideños por la llegada del nuevo año, 1973, cuando Julia partía de este mundo. Fue el día 4 de enero cuando sus párpados bajaron el telón de aquella vida de heroína de ópera, dejando tras ella una leyenda, la cual aún hoy es refrescada al contemplar su retrato en las viejas postales , donde intercambiaban nuestros mayores sus secretos de amor. Tenía noventa años.
Absolutamente fascinante. Gracias por compartir tanta información de la indiscutible Diva Julita Fons que tanto admiro y de la que canto algunos temas
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras Olga. Lo agradezco muchísimo viniendo de alguien que conoce también el genero y su historia. Pues, Julia Fons me llamó la atención al verla en una postal que tenían mis abuelos y desde entonces he estado buscando información sobre ella. Los datos familiares los he sacado de la pagina Family Search donde subieron varios censos de Sevilla sonde aparece la familia. Un saludo, espero dedicar alguna entrada mas a artistas españoles que por desgracia están muy olvidados.
EliminarMe gustaría ponerme en contacto con el autor de este blog. ¿Sería tan amable de ponerse en contacto conmigo en el e-mail eferreira84@gmail.com? Muchas gracias.
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