Astolphe de Custine; el Fenix del escandalo.
Nos trasladamos al Castillo de Niderviller, en la región de Lorena, lugar donde vino al mundo el 18 de marzo de 1790 el segundo hijo de los marqueses de Custine. Recibió los nombres de Astolphe Louis Léonor; le precedía otro varón, Adam, fallecido a muy corta edad en 1788. Aquel nacimiento llegó en un momento delicado, pues hacía unos meses que había estallado la Revolución. Aunque aún era pronto para aventurar cuál sería el destino del país, es evidente que su llegada supuso un respiro a sus padres. Con él, la dinastía continuará un par de generaciones más. Los marqueses eran una pareja armoniosa, cultivada. El, Armand, era un noble con tendencias republicanas, -lo cual es entendible porque la nobleza se había visto relegada en los últimos años de la monarquía-, buen militar, vigoroso. Ella, Delphine de Sabran, por su parte es una joven romántica, intelectual, soñadora con una belleza de tipo angelical que casa perfectamente con su personalidad. Era una familia de amplia tradición militar, el propio abuelo paterno del niño, Adam-Philippe, conde de Custine, había participado en la Guerra de los Siete Años como capitán; a parte de ostentar los cargos de General de Brigada o de Gobernador de Toulon. Por otra parte, poseían grandes extensiones de tierra repartidas por toda Lorena, además de una fábrica de porcelanas de la cual les repercutió importantes ganancias. Su abuelo materno también fue un tipo bastante rudo, que no dudó en pelear con sus propios cubiertos en la batalla naval de Lagos (1759).
Conforme van transcurriendo los acontecimientos, tanto el abuelo Adam como su padre se adhieren a la república. Pasando el primero a capitanear el ejército revolucionario en el norte. Debido a la escasez de resultados se le acusa de colaboracionismo con las potencias extranjeras, acusaciones que le llevaron a ser sentenciado a muerte por el Tribunal Revolucionario. Fué guillotinado el 28 de agosto de 1793.
Armand intentó defender la memoria de su progenitor ante Robespierre, pero sus argumentos no fueron convincentes; es mas, le hicieron seguir la estela de su padre, pues es ejecutado el 3 de enero del año siguiente.
Para aquel momento, nuestro protagonista es un niño de casi cuatro años. El cual a pesar de su tierna edad va a ver cómo su mundo se resquebraja poco a poco. De estar protegido y mimado por la opulencia y las excelentes relaciones familiares pasa a ser el huérfano de un traidor a la patria, perteneciente a una dinastía sediciosa contraria al régimen. Su madre, Delphine, es encarcelada en el mismo mes que su marido es ejecutado. Por lo tanto el niño pasa al cuidado de su abuela materna, Françoise-Eleonore; que se casará posteriormente con el marqués de Boufflers. Afortunadamente, el encierro de la madre termina en julio con la caída de Robespierre.
Chateaubriand |
Tras estos acontecimientos, Astolphe y su madre vuelven a Lorena para recuperar su antiguo modo de vida. Delphine, que es una mujer capacitada decide ocuparse de las posesiones familiares en nombre de su hijo, así como del negocio de porcelanas. En 1803, le compra al duque de Laval el castillo de Fervaques, en Lisieux, donde el niño crece muy apegado a ella; es extremadamente sensible, es un apasionado de la belleza, prefiere los juegos intelectuales, o artísticos a los relacionados con la milicia. Era lo que en su época se llamaba "afeminado". Es educado exquisitamente, tiene el privilegio de conocer a muchos de los grandes intelectuales de los primeros tiempos de Napoleón. Pues su madre había montado un salón literario en el castillo -muy a la moda francesa- donde acudían personajes como Madame de Stäel, el ministro Joseph Fouché, o el escritor François-René de Chateaubriand. Este último, era un hombre de una cultura amplísima, muy crítico en materia política, el cual vivía separado de su esposa a la cual nunca había amado. Pronto, se gesta un romance entre Chateaubriand y Delphine, el cual se prolonga por casi tres años. En los cuales funge como padrastro de Astolphe, al cual profesa un sincero afecto paternal.
Las primeras simpatías hacia Bonaparte se diluyen tras la ejecución del joven duque de Enghien, por eso la casa de los Custine se convierte en hervidero de enemigos o descontentos del emperador. En 1810, Fouché cae en desgracia por su deslealtad. Esta circunstancia llega hasta ellos, quienes se ven obligados a exiliarse a Coppet, donde ya se encuentran instalados viejos amigos como Mme de Stäel, y en Italia. En estos cuatro años Astolphe aprenderá a dominar el alemán e italiano a la perfección, aprendizaje muy útil para el desempeño de la carrera diplomática que su madre ansiaba para él, teniendo en cuenta su nulo interés por continuar la trayectoria castrense de sus antecesores.
Regresan a Francia tras la Restauración de 1814. El marqués ya es un joven de 24 años, atractivo; es de gran estatura, tiene un rostro de facciones finas donde destacan unos ojos grandes de un azul intenso, su cabello fino presenta un agradable tono dorado muy similar al de su madre. Sabe como resaltar sus mejores atributos, cuida con celo su apariencia. Son sus cualidades intelectuales unidas a su buena presencia las llaves de acceso a la profesión que anhelaba. Un año después, asiste como agregado diplomático de la delegación francesa al Congreso de Viena. Durante esta época ya empieza a mantener algún que otro idilio con personas de su mismo sexo.
Esta circunstancia preocupa a la entrometida madre de Astolphe, pues teme que la homosexualidad de su hijo frene su prometedora carrera. Tras un fallido intento de emparejamiento con la bella Albertine de Stäel, lo convence para que se case con la tercera hija del marqués de Courtomer, la ingenua Leontine de Saint-Simon. El matrimonio se realiza el 16 de mayo de 1821. A pesar de todo, parece ser que la pareja llega a encariñarse sinceramente, pues Leontine es una mujer alegre, de carácter dulce. Esta da a luz a un niño en junio del año próximo, al cual bautizan como Enguerrand. Pero todo cambiará cuando en ese verano, Astolphe viaja a Inglaterra como diplomático. En ese lugar conocerá al hombre que se convertirá en el motor de su existencia, se trata de Edward Saint-Barbe. Desde el primer instante surge entre ambos un amor apasionado, que les lleva a desafiar toda convención y dogma. Tanto es así, que Edward no duda en seguir al marqués a Francia, el cual decide instalar a su amante en su propia casa junto a su mujer. Este menage a trois termina un año más tarde con la muerte de la marquesa a causa de la tuberculosis, la cual estaba en las primeras etapas de un segundo embarazo. Desde ese momento, ambos deciden vivir su relación abiertamente como pareja homoparental a cargo del pequeño Enguerrand.
Leontine de Saint-Simon |
A pesar del amor que se profesan no es una pareja cerrada, cada uno puede tener más aventuras fuera del hogar conyugal. El marqués se acaba encaprichando de un joven miliciano, el cual vive en el cuartel militar parisino. Los encuentros clandestinos envueltos en el miedo a una posible delación supone un acicate al asunto. Astolphe es principalmente un hombre de aventuras. Pero esta en concreto le saldrá demasiado cara.
Los amigos del soldado enterados de su relación empiezan a amenazarle. Este, para evitar represalias asegura que no es un sodomita, pero que el marqués lo tiene chantajeado a su vez a cambio de favores sexuales. Los compañeros deciden ponerle a prueba, si realmente es una relacion forzada no se opondrá a que le acompañen en su proximo encuentro para darle un escarmiento.
Aquella fría noche de octubre de 1824, Astolphe aparece desnudo, apaleado e inconsciente sobre el gélido adoquinado de un solitario callejón. Ahí estaba, medio muerto con el cuerpo cosido a golpes y el corazón aún más destrozado. Como un perro al que nadie ayuda por desviado, al que nadie le causa compasión. El incidente es motivo de burla incluso entre los intelectuales. Pasa a convertirse en la personificación del pecado nefando.
Nuevamente es obligado a reinventarse, un consejo familiar le insta a retirarse a Lorena hasta que se calme todo el escándalo. La homosexualidad es legal en el país desde la implantación del Código Napoleónico, pero no se protege al individuo de las agresiones ni de las conductas homófobas. En su autoexilio es confortado por su pareja, Edward y por la compañia del pequeño Enguerrand. El cual no permanece mucho tiempo entre ellos, pues una enfermedad infantil se lo lleva de este mundo el 2 de febrero de 1826, con solo tres añitos.
Mientras medio país sigue ridiculizandolo, despreciandolo. El se desgarra de dolor ante la tumba de su pequeño angelito, aquel inocente destello que alumbraba su oscura depresión. Por suerte le quedaba su amante, que nunca se apartaba de su lado en sus horas más bajas. Su madre falleció tan solo cinco meses después, agrandando más el vacío. Aunque habia estado superada por la situación, adoraba a Astolphe. Equivocada o no, siempre había intentado protegerlo, incluso de su propia sexualidad. Al final de cuentas era una mujer de su tiempo, pero a pesar de eso era una persona comprensiva, buena y tierna que solo buscaba la felicidad de su único hijo. A estos decesos se añadiría el de su abuela, la marquesa de Boufflers, un año después.
El marqués intenta resurgir de nuevo refugiándose en las fiestas con su pareja, en excesos. Pero también busca momentos para encerrarse a escribir. Hace tiempo que se dedica a ello, fue su padrastro Chateaubriand el primero que le alentó a hacerlo. En esos momentos la escritura le sirve de catarsis, puede plasmar cualquier cosa que brote de su lúcida cabeza sin miedo a censuras ni escarnio.
Chopin |
Cuando hubo recuperado el ánimo, se atreve a volver a la sociedad y entrar en el circulo de intelectuales. Los cuales mantienen una relación hipócrita con él, pues por detrás siguen refiriéndose a el en términos homofóbicos. Pero no todos son de esa ralea, entre esa multitud de graciositos esta un joven polaco, quizas el unico realmente sensible como para dispensarle un trato justo, afectuoso. Ese es Frederick Chopin. Por eso mismo es el único que tiene acceso a su casa a cualquier hora del día, lo que levantó rumores de un posible romance.
A causa de las experiencias en su niñez se ha formado como un político monárquico de talante conservador. Gracias a su ideologia logra reincorporarse a la diplomacia bajo el reinado de Luis Felipe. Esta ocupación le lleva a España en 1831, país que le cautiva a niveles insospechados. Este destino le motiva a convertirse en escritor de viajes. Escribe una cronica de la travesía que se publicará en 1838 con gran éxito de critica. Esto le sitúa a un buen nivel respecto a sus coetáneos, lo que les obliga a empezar a respetarle, al menos como literato.
Nicolás I |
En ese momento se acababa de publicar el libro de Alexis de Tocqueville "la democracia en América", animado por Balzac decide hacer lo mismo pero usando Rusia de modelo. Es un país que por lejano y exótico le tiene cautivado. Otro factor influyente es un joven conde polaco exiliado por el Imperio Ruso, llamado Ignacy Gurowski. Este joven se ha convertido en su nuevo amor complementario al de Edward. Quiere aprovechar el viaje para interceder ante el emperador por el joven. Aunque al final este terminara seduciendo a la infanta Isabel Fernanda, con la cual se marcha a Bélgica.
Custine emprende el viaje en 1839. Su encuentro con aquella sociedad le deja plenamente trastocado. Aunque no cree en la democracia, el despotismo que observa en aquel país es para él una tiranía más propia de Asia que de Europa. Describe San Petersburgo como un culto a la personalidad del emperador, no es la capital del pueblo. Su encuentro con la familia imperial es cálido, aunque observa como ridiculo el intento de los aristócratas por parecer europeos renegando de su identidad, le causa realmente lastima la situacion de Nicolás I. Es culto, sensible y amable en la intimidad, lo que le lleva a pensar que es obligado a ser un déspota por los mismos nobles. Lo resume muy bien en la siguiente frase:
"Si el zar no tiene más piedad en su corazón que la mostrada en su política, lo lamento por Rusia, pero si los reales sentimientos del zar son superiores a sus actos, entonces lo lamento por el zar"
Sus expectativas sobre Rusia se desvanecen conforme pasan los meses, cada vez percibe al país mas atrasado y bárbaro. Al emprender el viaje de vuelta describe cómo al pasar a Prusia empezó a sentir como el aire se tornaba menos pesado.
Su libro "la Rusia de 1839" tuvo hasta seis ediciones en vida de Astolphe, fue traducida en varios idiomas. Fue leída y admirada en Gran Bretaña, Francia y Alemania. Esta obra le dio el empujón necesario para situarse en el top de escritores de viajes. Por el contrario, su obra fue determinantemente prohibida en Rusia, y el mismo marqués fue declarado persona non grata.
Continuó viviendo con su amor inglés hasta que en sus brazos le dedicara el último de sus suspiros , ocurrió el 25 de septiembre de 1857. Como era de esperar, todos sus bienes fueron a parar a su compañero, a su mitad, a Edward. El cual le sigue a la tumba en octubre del 58.
Comentarios
Publicar un comentario